4/10/15

En cuestión de autoestima, somos nuestros peores enemigos


En cuestión de autoestima, somos nuestros peores enemigos

La psicóloga Silvia Congost explica cómo aprender a creer en ti mismo

abc.es

La psicóloga Silvia Congost, autora de «Autoestima Automática» (Zenith), parte de la base de que la mayoría de los problemas psicológicos que nos causan inseguridad, estrés e incluso depresión, tienen su base en una falta de autoestima. «Todo está conectado con la autoestima, y quién más o quién menos debería hacer un trabajo para fortalecerla», insiste. Porque la autoestima, según Congost, «no es algo estable, puede subir o fortalecerse o, por el contrario, bajar o debilitarse, en función de las vivencias que vayamos experimentando en nuestra vida». Lo importante, prosigue, «no es que esté siempre en el mismo punto, que es además imposible, sino que cuando nos demos cuenta de que se debilita sepamos cómo actuar para que se fortalezca». El último libro de esta psicóloga clínica tiene objetivo principal mostrar el camino más corto y directo hacia esa destreza: saber recuperar el equilibrio perdido cuanto antes, de manera «casi inmediata», asegura. Con explicaciones claras, múltiples consejos e innumerables testimonios, la autora nos propone el camino para vivir «una vida más plena y realizada».

—Pero, ¿qué es exactamente tener una buena autoestima?


—Significa, sencillamente, creer que tenemos las habilidades y los recursos necesarios para poder abordar con éxito los restos y desafíos que la vida nos plantea. Y todos tenemos el potencial y la capacidad para solucionar cualquier cosa que nos suceda y para seguir adelante con la mayoría de los propósitos que nos vayamos marcando. Pero tenemos que sentir que somos importantes, ni más ni menos que los demás. La autoestima es como yo me siento respecto a alguien. Por eso el problema llega cuando creemos que estamos por debajo de los demás. O por encima. Otro error muy frecuente es pensar que una buena autoestima pasa por creernos mejores que los demás, o mostramos más seguros al defender nuestras posiciones o intereses. Puedes tener más dinero, más pertenencias, más éxito en el trabajo, un físico más adecuado en una sociedad y en un momento determinad... Pero al final todos somos seres humanos, y tenemos que sentirnos valiosos por ser como somos.

—Usted asegura en su libro que las personas que marcan nuestra autoestima son los padres, hermanos...

—En efecto. La falta de autoestima viene de determinados errores en esa relación. Pero a partir de ahí, no se les puede culpar, sino simplemente tomar conciencia al respecto. Si necesitamos hacer un trabajo, es responsabilidad nuestra.

—¿Cuáles son los errores más frecuentes de los padres a la hora de forjar la autoestima de sus hijos?

—Sobre todo los problemas de autoestima que provienen de la relación con los padres se producen por la desaprobación, la falta de reconocimiento, o de afecto. Son padres que educan reforzando lo que los niños hacen mal, en vez de reconocer los pequeños logros que van obteniendo en el día a día, son padres muy fríos, que no manifiestan su amor... Este es el tipo de comportamiento que hace que la autoestima de un adulto no sea fuerte pero insisto, no es para culpar a la familia. Probablemente con ellos hicieron lo mismo. ¿Y sabe qué? Es muy probable también que esos niños de mayores se sientan atraídos por personas que son iguales que sus padres. ¿Por qué recurren a una pareja que no les da afecto? Porque les resulta familiar, y se sienten extrañamente cómodos con una persona que funciona de esa manera. Pero en realidad, lo que buscan es alguien opuesto, cariñoso.

—Pero, ¿puede ocurrir que en una familia se eduque a dos hijos de la misma forma y uno tenga autoestima y otro no?

—Se calcula que, en relación con la autoestima, el 30% es genético y el 70% restante es aprendido y está en función del entorno en el que crezcamos. Ese 30% es el responsable de que dos niños que nazcan en la misma familia crezcan diferentes. Se les podrá tratar más o menos de la misma forma, pero uno y otro serán más sensibles a aspectos distintos. Y a lo mejor necesitarían un trato especial. Pero a los padres no les enseñan a ser padres, y lo suelen hacer lo mejor que pueden y saben.

—¿Cómo ponderar ese otro 70% restante?

—Debemos tratar de ser afectuosos con los niños, e intentar educarles a través del reconocimiento. Y cuando se equivocan en algo, deberíamos buscar algo positivo en lo que han hecho, y después decirles cómo podrían mejorar o intentar hacerlo bien. También tenemos que darles las herramientas, decirles cómo pueden conseguir eso. También es importante fomentar mucho la comunicación, expresar nuestras emociones... A la vez, es crucial enseñarles dónde están los límites. Así es cómo podemos ayudarles a construir una autoestima fuerte.

—Una vez adultos, ¿cómo podemos cuidar nuestra autoestima?


—Sería bueno que analizásemos cómo pensamos, cuál es el diálogo interno, aquel que tenemos con nosotros mismos. Qué tipo de mensajes nos damos. Si nos decimos «soy un inútil, lo he vuelto hacer mal, nada me sale bien....» Ese tipo de ideas son las principales causas de que tengamos una autoestima baja. Esas barbaridades que te estás diciendo a ti mismo, ¿tú le dirías eso a tu hijo? Nos maltratamos a nosotros mismos sin darnos cuenta. Después es evidente que nos sentimos fatal, pero no es para menos. Tendríamos que ser nuestros mejores amigos y demasiado a menudo somos nuestros peores enemigos. Mi consejo es muy simple: No te hagas a ti lo que no harías a los demás.

—¿Cómo se reconstruye una autoestima cuando ya está dañada?

—Lo primero que tiene que ocurrir es que la persona sea consciente de ello. Porque si otro quiere ayudarle, y este no ve su problema, no se conseguirá nada. Después hay que iniciar un proceso de revisión con el que detectar por qué tenemos la autoestima dañada, o bajo mínimos. Deberíamos preguntarnos ¿qué es lo que hemos vivido que nos ha hecho llegar a este punto? Y por último tener claro que hay que pasar a la acción. Porque depende únicamente de nosotros mismos que esto mejore. ¿Cómo? Cambiando nuestros pensamientos, y sobre todo, marcándonos unos objetivos lo más claros, precisos y concisos posibles. Es la única manera de saber hacia dónde vamos y de ir demostrándonos a nosotros mismos que estamos avanzando en la vida. Que vamos consiguiendo cosas. La experiencia será las que nos confirme los logros conseguidos. También hay que resaltar una parte muy importante, que hay que reforzar siempre, que es la asertividad. Saber decir NO es muy importante, y cuando hay problemas de autoestima esto nos cuesta mucho. Tenemos la capacidad de expresar aquello que sentimos, sin miedo a que el otro nos rechace o se enfade, a que no nos quieran, a generar un conflicto, o al qué pensarán los demás. Cuanto más seguros de nosotros estemos, de lo que somos, de nuestras capacidades, más fácilmente sabremos poner límites y menos nos afectarán según qué comentarios de los otros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario